MV. Gerardo Villalobos, MSc.

Médico Veterinario

MV. Gerardo Sanchez MSc.

Médico Veterinario

Prof. Dr. Mauricio De Franceschi

Médico Veterinario

Dr. Pablo Chacana

Investigador

Silvina Pinto

Médico Veterinario

Control del ciclo oxido-inflamatorio en la infección por Coccidias

En los últimos años en todo foro, congreso o seminario de sanidad y nutrición en animales monogástricos es común escuchar o más bien se ha hecho obligatorio hablar del tema salud intestinal. Este término de especial atención a nivel nutricional y sanitario, científico y por supuesto comercial se debe a la inmensa importancia que finalmente se le ha dado al órgano central de la producción animal y para muchos el más importante de todos. El intestino es el órgano que tiene más contacto con el medio externo, inclusive más que la piel considerando toda la superficie abarcada por todas y cada una de las vellosidades intestinales.

El intestino es una gran barrera que limita la entrada de microorganismos patógenos y sustancias nocivas contenidas en el alimento, a la vez que interviene en la absorción de nutrientes y secreción de sustancias de desecho de los diferentes procesos metabólicos. Así en la mucosa y el lumen intestinal existe un microbioma muy diverso que cumple funciones importantes de defensa al evitar por exclusión competitiva que lo colonicen los microorganismos patógenos, ayudan a regular respuestas inmunes y suministran metabolitos como ácidos grasos volátiles importantes para la nutrición y equilibrio de la microbiota intestinal.

El epitelio intestinal posee una vasta red de Receptores de Reconocimiento de Patrones (PRRs por sus siglas en inglés) para reconocimiento de patógenos y gran cantidad de terminales conectados al sistema nervioso central y periférico que generan respuestas efectoras e inhibitorias que modulan la respuesta inmune, la homeostasis del órgano y múltiples funciones fisiológicas del animal. Cuando se presenta algún tipo de desequilibrio entre las funciones o componentes del epitelio intestinal se generará como respuesta una inflamación. La magnitud y duración de la inflamación generada será proporcional al tipo de agente agente patógeno o sustancia nociva que la desencadene.

De acuerdo con la intensidad y tipo de agente potencialmente dañino, la inflamación puede ser de tipo fisiológica, que se caracteriza por ser controlada y de tolerancia sin reacción manifiesta de defensa del sistema inmune innato. Es un estado de alerta con cierto grado de permisividad por encima del cual un estímulo es capaz de desencadenar una respuesta en cascada del sistema de defensa celular. Por otro lado, cuando la causa de la agresión se generada a partir de un agente infeccioso como bacterias o protozoos y estos (a su vez superan los niveles mínimos de tolerancia o permisividad se presenta una inflamación patológica, en la cual se desarrolla una inflamación severa con liberación de mediadores proinflamatorios y puede dar inicio a un desequilibrio del sistema de defensa antioxidante del organismo (SDA). Por último, se puede presentar una inflamación de tipo nutricional originada por factores antinutricionales presentes en materias primas o alimentos que originan inflamaciones crónicas con daños igualmente importantes, severos y con respuestas del sistema inmune tan complejas como las presentadas en las inflamaciones patológicas.

La coccidiosis es una infección intestinal causada por parásitos protozoarios intracelulares del género Eimeria, y es una de las enfermedades de mayor importancia económica en producción avícola. Cuando el intestino de las aves se enfrenta a una infección por coccidias, se origina una respuesta inmediata del sistema inmune. A pesar de que la infección por Eimeria spp. promueve tanto la respuesta inmune humoral como celular, esta última mediada por células LT (CD4, CD8), NK y macrófagos entre otras es la más relevante en la resistencia y contención a dicha infección generando así una inflamación patológica.

Las distintas especies de Eimeria spp inducen la activación de macrófagos, principales células inflamatorias efectoras que intervienen en un proceso infeccioso. Una vez los macrófagos inician la respuesta inflamatoria ante la infección por Eimeria spp, se activa la liberación de citoquinas proinflamatorias que a su vez inducen en ellos y en otras células de defensa como linfocitos intraepiteliales (LIE) la producción de radicales libres (ROS). Este mecanismo de ayuda al sistema inmune genera un ambiente desfavorable para los patógenos que limita su crecimiento y multiplicación.

Entonces, los procesos inflamatorios de la mucosa originados por fuertes infecciones de Eimeria spp, frecuentemente generan un desequilibrio en el Sistema de Defensa Antioxidante (SDA) donde la liberación de radicales libres (ROS) “especie de oxígeno reactivo” superan a la capacidad de neutralizar metabolitos reactivos que producen autoagresiones.

La generación de los radicales libres (ROS), oxido nítrico (NO) especies de nitrógeno reactivo (RNS) y NOS son consecuencia de la activación de las enzimas oxidativas NADPH oxidasa (NOX) y óxido nítrico sintasa (iNOS), estas enzimas oxidativas son activadas por las citoquinas proinflamatorias inducidas en respuesta del proceso inflamatorio. El desequilibrio en el SDA con altos niveles de (ROS) es lo que conocemos como estrés oxidativo.

Una vez que se ha desencadenado el desequilibrio en la capacidad antioxidante del organismo, el óxido nítrico (NO) que es liberado a la luz intestinal se transforma rápidamente en nitrato, el cual favorece el crecimiento de bacterias reductoras de nitrato como E. coli. Asimismo, el incremento del flujo sanguíneo en el intestino inflamado aumenta la concentración de oxígeno, y en este sentido, algunos autores refieren que esto conlleva al rápido crecimiento de bacterias anaerobias facultativas del género Streptococcus y del género Enterobacteriaceae como E. coli.

Así pues, en situaciones de infección por coccidias y el inevitable proceso inflamatorio que ello desencadena, el equilibrio antioxidante intestinal se ve comprometido y suele degenerar en un estrés oxidativo del órgano con el daño tisular que esto acarrea y que suele derivar en un aumento de bacterias patógenas y una disminución de las bacterias saprófitas, causando el desbalance de la microbiota que conocemos como disbiosis.

Por lo antes citado, en el diagnóstico integral de salud intestinal es frecuente evaluar y relacionar la interacción entre la Coccidiosis, la Inflamación y la disbiosis con el intestino permeable y el estrés oxidativo. En tal sentido, considerar y valorar las condiciones que nos conduzcan al estrés oxidativo es primordial en el sostenimiento de un buen programa de salud intestinal.

El estrés oxidativo daña las células y entre los diferentes factores que pueden desencadenar este proceso están:

  • Una elevada actividad metabólica como consecuencia de producción intensiva.
  • Alta densidad de producción con bajo nivel de oxígeno.
  • Alto nivel de amoníaco.
  • Estrés calórico.
  • La dieta y los ingredientes empleados para la elaboración del alimento (factores antinutricionales, enranciamiento de grasas, etc.).
  • No tóxicos y sin período de retiro.
  • Coccidiosis e infecciones bacterianas agudas que dañen el epitelio intestinal.

Los radicales libres producto del estrés oxidativo tienen afinidad por las macromoléculas celulares, ADN, proteínas y lípidos de membranas .Cuando estos radicales libres oxidan las proteínas, puede derivar en enzimas anormales que no cumplen su función y alterar aquellas vías metabólicas en las que participan, así mismo, durante la oxidación de las proteínas se ve afectada la estructura proteica de las “Tight Juntion” o uniones estrechas del epitelio intestinal, lo que genera el síndrome de intestino permeable con sus consecuencias negativas de absorción y de equilibrio osmótico. Debido a esto, en cuadros de Coccidiosis y Disbiosis se ve afectado el equilibrio osmótico del intestino, no solo por la integridad tisular per se, sino por el daño en las uniones estrechas que genera el estrés oxidativo producto del cuadro inflamatorio derivado de la infección por Eimeria.

PEPTASAN® es una mezcla poliherbal 100% natural compuesta por Saccharum officinarum, Accacia concinna y otras plantas cuyos componentes bioactivos tales como polifenoles, terpenoides y saponinas entre otros actúan de manera sinérgica favoreciendo el equilibrio del microbioma intestinal reduciendo los efectos negativos de las coccidias sobre el epitelio. Por otro lado, la alta concentración de compuestos antioxidantes y antiinflamatorios presentes en PEPTASAN® actúan activamente en la desaceleración del ciclo oxido-reductivo e inflamatorio ocasionado por el estrés oxidativo consecuencia del desequilibrio antioxidante generado en la infección por coccidias.

De esta manera, PEPTASAN® favorece a una mejor integridad de las membranas celulares, regeneración tisular, equilibrio osmótico intestinal y de la microbiota, lo que al final se traducirá en una mejor función inmune contra la coccidiosis, mejor salud intestinal y rendimiento productivo de los animales.

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